miércoles, 13 de noviembre de 2013

¿Cómo interpretar fielmente las Escrituras?

Para todos aquellos que desean interpretar la Palabra de Dios de manera fiel a esta misma.


     ¿Cómo interpretar fielmente la Biblia? ¿Cómo descifrar pasajes que nos resultan difíciles de comprender? ¿Cómo ser fieles a Dios y a su Palabra, no pasando a llevar ninguno de los puntos que ella expone? Si el deseo de tu corazón es interpretar fielmente lo que las Escrituras nos enseñan, espero, con la ayuda de Dios, orientarte y proponerte ciertos puntos importantes que deberías considerar.

     En primer lugar, estudiar las Escrituras es un acto de búsqueda hacia quién es Dios. Isaías 55:6 nos dice: “Buscad a Jehová mientras pueda ser hallado, llamadle en tanto está cercano” (Isaías 55:6). Por tal búsqueda, el estudiar las Escrituras e indagar en su verdad involucra de inmediato una total desvinculación de toda creencia, idea o pensamiento predeterminado sobre Dios o su Palabra. Como dice Isaías en el mismo capítulo 55 versículos 8 y 9: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9). Interpretar fielmente la Biblia es un acto de sometimiento absoluto a la Palabra de Dios. Como lo dijo el Señor: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:47). Jesús nos dice que el amor a Dios también compromete el entendimiento. Se trata de, como decía el apóstol Pablo, un culto racional, una abolición de toda idea propia y una entrega absoluta a lo que Dios realmente dice en su Palabra. Así lo expresa el apóstol Pablo: “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5).

     Al estudiar la Biblia, de forma genuina, tú corres el riesgo de que la misma Palabra de Dios cuestione todo lo que pensabas que era la Verdad. De hecho, el sentido de Escudriñar las Escrituras es ese: Descubrir quién es Dios, y por tanto, quién soy yo a los ojos de Dios. La verdad es la respuesta a todos los misterios, la realidad tal cual es, y no existe otro ser más capacitado para decirnos cual es la verdad de su naturaleza y de la nuestra que el que todo lo sabe: Dios. Por lo tanto, lo más seguro que ocurra al estudiar e interpretar fielmente las Escrituras es que Dios desnude todos tus pensamientos, deseche todo lo que pensabas que era correcto, y te sometas a la única verdad: La Palabra de Dios. De todos modos, si tu deseo es agradar a Dios, no dudarás en abandonar las falsas enseñanzas y abrazar la Verdad.

    Si vamos a las palabras del apóstol Pedro, él nos da tres puntos importantes que debemos considerar. Segunda de Pedro capítulo 1:19 nos dice: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 Pedro 1:19). Este versículo resume la confiabilidad y suficiencia de la Palabra de Dios como el único medio que tenemos para conocer a Dios. La fuente que tenemos para reconocer quién es nuestro Creador y Salvador no es lo que yo pienso, lo que siento, lo que “Dios me dijo”, NO! Sólo la Escritura. (…) Dios ya lo ha dicho todo, lo que antes sucedió, lo que hoy ocurre, y lo que está por suceder, TODO ES LA CONSUMACIÓN DE LO QUE DIOS HA DICHO EN SU PALABRA.

     El versículo 20 nos dice: “entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada” (2 Pedro 1:20). Las Escrituras no pueden ser manipuladas a nuestro antojo. La Biblia no es un accesorio donde nosotros podamos validar nuestras ideas. Es nuestra vida la que debe ir acorde a la Palabra de Dios. De este modo, no toda enseñanza que aparenta tener apoyo bíblico es válida, sólo es correcta aquella que no presenta conflicto con la infalible Palabra de Dios. Por tanto, tenga mucho cuidado cuando lea un versículo bíblico que parezca apoyar su interpretación cuando todos los versículos anteriores la niegan. Toda enseñanza, práctica o doctrina cualquiera debe comparecer ante el supremo tribunal de las Escrituras, a fin de reconocer la verdad o falsedad de aquellas.

     El versículo 21 nos dice: “porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21). Las Escrituras provienen de Dios mismo. El real autor de la Biblia es el Espíritu Santo, por tanto, si interpretas correctamente la Biblia darás con la voz de Dios. Estudiar la Biblia no es como estudiar a Shakespeare o Platón, se trata de buscar a Dios. Por tanto debes dedicarte a estudiar palabra por palabra, frase por frase, cada pasaje te revelará algo más sobre Dios.

     Siguiendo esta línea podemos reconocer una de las características más fundamentales en la Biblia. Si la Biblia es la Palabra de Dios, ¿Hallarías contradicción en ella? Al interpretar la Biblia siempre debes tener en consideración lo que dijo el apóstol Pablo, en segunda de Timoteo capítulo 2:13: “…Dios no puede negarse a sí mismo” (2 Timoteo 2:13). La Biblia es el único libro escrito por más de cuarenta autores, a lo largo de 1600 años, por más de 60 generaciones, en tres continentes y tres idiomas distintos, pero te sorprenderás aún más al saber, que a pesar de la diferencia de estratos sociales, de cultura, de distancias geográficas y de dialectos, hayamos en la Biblia una sola historia: la crónica de cómo un Dios justo ama inmerecidamente a una humanidad caída y corrupta, de tal forma que reúne a un pueblo redimido en su reino eterno para gozo de ellos, pero por sobre todo, para Gloria de Él. Por tanto, entiende primero esto, si la Biblia es la Palabra de Dios, y Dios no puede contradecirse, entonces toda interpretación de la Biblia es incorrecta si presenta contradicciones con la misma Escritura. Si interpretas un pasaje y tu explicación presenta conflictos con otros pasajes de la Escritura, entonces tu interpretación es errónea.

    Así como no podemos entender la Biblia entera sin estudiar sus pasajes en específico, no podemos tampoco entender los pasajes particulares sin entender las Escrituras en toda su plenitud. Al estudiar la Biblia, sumérgete en ella. Al estudiar un pasaje en específico, no cometas el error de interpretarlo sin considerar el contexto en que se desenvuelve. Estudia quien es el que está hablando en el momento, estudia quienes son los que están recibiendo tales palabras, conoce qué dice la Escritura tanto antes como después de los versículos que estás estudiando. Busca qué es lo que estaba ocurriendo en tal instante, y los hechos bíblicos que desencadenaron la situación del pasaje. Luego que te hayas sumergido en entender palabra por palabra, versículo por versículo, busca todas las referencias bíblicas necesarias sobre el tema que está explicando el pasaje. Viaja a través de la Biblia, indagando todos los pasajes que contengan el tema que rescataste de los versículos en estudio. Esto es tan sólo una metodología que puedes seguir, pero no olvides lo principal. La Palabra de Dios fue inspirada por el Espíritu Santo, por tanto no podrás entenderla sin la revelación de Dios. Pero cuidado, Dios no puede contradecir lo que Él ha dicho en su Palabra, por lo tanto, si piensas que Dios te ha revelado algo, examínalo a la luz de la Escritura, y podrás corroborar tanto la verdad como la falsedad de cualquier idea, pensamiento, enseñanza, práctica o doctrina. Si existe contradicción con su Palabra, entonces no es algo que provenga de Él. No cometas la blasfemia de asegurar que Dios te ha revelado algo cuando aquello contradice su Palabra. Pide a Dios que su Espíritu Santo te guíe hacia toda Verdad. Jesús dijo: “Escudriñad las Escrituras… ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39). Indaga en la Palabra de Dios, con un corazón dispuesto a ser transformado por el conocimiento de Él, hasta que Cristo sea formado y revelado por la Escritura. El conocimiento de Dios, por medio de la Palabra, es nuestra salvación, así lo declaró el Señor: “Y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).

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